Las croquetas de bacalao y queso son uno de esos platos que combinan a la perfección el sabor suave y delicioso del pescado con la cremosidad del queso, todo ello envuelto en una capa crujiente que hace que cada bocado sea una experiencia deliciosa. Este plato es ideal para servir como aperitivo o como parte de una comida completa, y es especialmente popular en reuniones familiares y celebraciones.
Las croquetas son muy versátiles, y la combinación de bacalao con queso aporta un sabor equilibrado y lleno de matices. La textura suave del bacalao se complementa con el sabor rico del queso fundido, creando un interior que contrasta maravillosamente con el exterior dorado y crujiente.
Para preparar estas deliciosas croquetas, necesitarás los siguientes ingredientes:
Desalar el bacalao: Si el bacalao que has comprado es salado, es importante desalarlo con antelación. Para ello, déjalo en remojo en agua fría durante al menos 24 horas, cambiando el agua varias veces. Una vez desalado, escúrrelo bien y desmenúzalo en trozos pequeños.
Cocción del bacalao: En una sartén grande, derrite la mantequilla a fuego medio y sofríe la cebolla picada junto con los dientes de ajo finamente picados. Cuando la cebolla esté transparente, añade el bacalao desmenuzado y cocina durante unos 5 minutos, removiendo para que se mezcle bien con la cebolla y el ajo. Una vez listo, retira del fuego y reserva.
Hacer la bechamel: En la misma sartén, derrite un poco más de mantequilla (si es necesario) y añade la harina. Remueve constantemente durante 2-3 minutos para que la harina se cocine ligeramente y pierda su sabor crudo.
Añadir la leche: Poco a poco, ve incorporando la leche a la mezcla de harina, sin dejar de remover para evitar que se formen grumos. Cocina a fuego lento hasta obtener una salsa bechamel suave y espesa.
Incorporar el bacalao y el queso: Una vez la bechamel esté lista, añade el bacalao cocinado y el queso rallado. Mezcla bien hasta que el queso se derrita y se integre con la bechamel y el bacalao. Ajusta el punto de sal y pimienta según tu gusto. Cocina la mezcla durante unos minutos más, removiendo continuamente.
Refrigerar la masa: Vierte la mezcla en una fuente plana y deja enfriar a temperatura ambiente. Luego, cúbrela con film transparente y refrigérala durante al menos 2 horas, o hasta que la masa esté firme y sea fácil de manipular.
Formar las croquetas: Una vez que la masa esté bien fría, toma pequeñas porciones y forma bolas o cilindros con tus manos. Puedes hacerlas del tamaño que prefieras, pero asegúrate de que sean todas de tamaño similar para que se frían de manera uniforme.
Empanar: Prepara tres platos: uno con harina, otro con huevos batidos y otro con pan rallado. Pasa cada croqueta primero por la harina, luego por el huevo batido y finalmente por el pan rallado, asegurándote de que queden bien cubiertas.
Freír: En una sartén profunda o freidora, calienta abundante aceite a fuego medio-alto. Cuando el aceite esté bien caliente, fríe las croquetas en pequeñas tandas, asegurándote de que no se toquen entre sí. Fríelas hasta que estén doradas y crujientes por fuera, lo que debería tardar unos 3-4 minutos.
Escurrir: Una vez fritas, retira las croquetas del aceite con una espumadera y colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
El secreto de unas buenas croquetas está en la textura de la bechamel. Debe ser espesa pero suave, lo suficiente como para que las croquetas mantengan su forma pero al mismo tiempo resulten cremosas al morderlas. Si la bechamel queda demasiado líquida, será difícil formar las croquetas, mientras que si está demasiado espesa, perderán su cremosidad.
Puedes variar la cantidad de queso según tu preferencia. Si te gustan las croquetas más cremosas, añade un poco más de queso a la mezcla, pero ten en cuenta que esto también hará que la masa sea un poco más suave, por lo que es importante equilibrar con la cantidad de bacalao.
El empanado es clave para conseguir croquetas crujientes por fuera y cremosas por dentro. Asegúrate de que las croquetas estén bien cubiertas por el pan rallado, y si lo prefieres, puedes utilizar panko, que es un tipo de pan rallado japonés más grueso y que proporciona una textura extra crujiente.
Es importante que el aceite esté a la temperatura adecuada, alrededor de 180°C, para que las croquetas se frían de manera uniforme y no absorban demasiado aceite. Si el aceite está demasiado frío, las croquetas se volverán grasientas; si está demasiado caliente, se dorarán demasiado rápido por fuera sin cocinarse bien por dentro.
Si te sobran croquetas o si prefieres hacerlas con antelación, puedes congelarlas y freírlas directamente desde el congelador cuando las necesites.
Congelar: Coloca las croquetas en una bandeja en una sola capa y congélalas durante unas horas. Luego, transfiérelas a una bolsa o recipiente hermético para almacenarlas en el congelador. Pueden mantenerse congeladas hasta 3 meses.
Recalentar: Para recalentar croquetas fritas, lo mejor es hacerlas en el horno a 180°C durante 10 minutos, o hasta que estén calientes y crujientes nuevamente.
Las croquetas de bacalao y queso son un plato delicioso, que combina la suavidad del bacalao con la cremosidad del queso y el crujiente del empanado. Perfectas como aperitivo, entrante o incluso como parte de un almuerzo o cena ligera, estas croquetas son siempre un éxito en la mesa. Siguiendo estos sencillos pasos, podrás disfrutar de un bocado lleno de sabor y textura en cada croqueta.
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